Paso por la casa de mi padre casi todos los días. Como él dice, le faltan 16 años para cumplir 100 y aunque se sigue apañando bien para realizar las tareas de la casa una ayuda siempre se agradece, así como un rato de conversación sobre las rutinas del día: el café en el bar, la compra en la tienda, la visita al médico, la adquisición de medicinas en la farmacia, el paseo por el campo, la leña que ha recogido. Y no es raro que me cuente alguna de las muchas peripecias que le ha tocado vivir en los años de escasez y hambre, que me cante alguna coplilla de época o que me recite algún verso o algún trovo que conserva en su buena memoria.
¿A dónde va tío Marín?
Al garbanzal voy muchacho.
¿Y tardará mucho en venir?
Según lo que ande mi macho
y si yo lo puedo seguir.
Anoche me habló del 1º de mayo, del que él recordaba de cuando era un chiquillo, unos años antes de que estallara la rebelión militar que condujo a la Guerra Civil. Me dijo que por la tarde de ese día tan señalado, la gente del pueblo -y de los campos de alrededor- bajaba acompañando a la banda de música hasta el Cabecico de Los Pascuales (pequeño cabezo situado en la salida de San Miguel, a la izquierda de la carretera hacia Orihuela) donde se tocaban pasodobles y se merendaba con la familia.
Y me cantó el estribillo, que todavía recuerda, del más famoso de la época, cuyos acordes todavía se escuchan en la plaza en tarde de toros: «Marcial, eres el más grande».
Marcial eres el más grande,
se ve que eres madrileño,
rival de Belmonte José,
Machaquito, Pastor y el Algabeño.
Por ti vamos a los toros,
por ti crece la afición,
Marcial, si tú te retiras,
perderá la fiesta toda la emoción.
Pasodoble escrito por el maestro Martín Domingo en honor del torero Marcial Lalanda, uno de los grandes del toreo, según dicen los entendidos.
Durante la Guerra Civil, el 1º de Mayo se tornó altamente reivindicativo. Con el franquismo… El retorno de la democracia devolvió a esta fecha histórica su combatividad, su fuerza reivindicativa más allá de cuestiones estrictamente laborales. De esa época recuerdo un 1º de Mayo de convivencia, reflexión y debate en una nave agrícola en Rebate entre las personas que en San Miguel tomábamos el relevo en la lucha sindical, política y social tras 40 años de dictadura; un buen número éramos muy jóvenes. Otro año lo celebramos con una sardinada en el monte, frondoso de pinos entonces, en la Bojosa. Otros acudíamos a las manifestaciones en Alicante o Elche. Había ilusión y esperanza.
Hoy, con las élites sindicales domesticadas y la apariencia de que las clases sociales han desaparecido, sólo los trabajadores más conscientes y las fuerzas de izquierda anticapitalistas salen a la calle para celebrar la fiesta de los trabajadores reivindicando otro modelo económico, social y político que permita una distribución más justa de la riqueza. Pero las clases sociales siguen existiendo, las desigualdades también. Por eso, ya sea al son de un pasodoble, coreando una reivindicación tras una pancarta o compartiendo día de campo con los amigos tengamos presente lo que representa el 1º de Mayo: históricamente, la reivindicación de 8 horas de trabajo frente a las interminables jornadas de 12 y 14 horas; actualmente, otro mundo que es posible.
Deja un comentario