En mi instituto, desde hace unos pocos años, llevamos a cabo en el mes de noviembre una carrera solidaria, y en febrero un mercadillo y bocata solidario. Estas actividades se realizan con un doble objetivo: el principal es reflexionar con el alumnado sobre las causas que provocan la pobreza, el hambre y la injusticia en el mundo. El secundario, recaudar algún dinero para colaborar en proyectos que ONGs llevan a cabo en los países más catigados por las tropelías de la globalización neoliberal.
Ayer, mi amigo Alfredo, metido en las tareas organizativas de estos eventos, nos demandaba a un grupo de compañeros que hiciesemos un esfuerzo para que la carrera de este año saliese lo mejor posible puesto que era la última que íbamos a calebrar. Nos invitaba también a revisar nuestros archivos y echar a la papelera de reciclaje los materiales didácticos sobre las miserias del llamado Tercer Mundo porque como todo el mundo ya sabe, y remachan una y otra vez los medios de comunicación, Obama ha ganado las elecciones en EE.UU, y en poco más de una semana los líderes mundiales van a refundar el capitalismo para hacerlo ético. Por tanto, el mundo va a cambiar, desaparecerá el hambre en el mundo, la pobreza, las guerras… Vamos que el mercadillo y el bocata solidario de febrero ya no hace falta prepararlo.
Y es que mi amigo Alfredo es un cachondo cuando está en vena, y le saca punta a un lápiz. La carcajada ha sido general con su ocurrencia. “Algo cambiará, ¿no?”, le he dicho. “Sí, que el presidente será negro”, me ha respondido sin inmutarse. Me he quedado pensativo, meditando sus palabras, y he llegado a la conclusión de que es un exagerado, que al menos la actividad de febrero deberíamos realizarla. Porque, vamos a ver, el hombre que será presidente de los EE.UU de América no sólo es negro sino que además se llama Barack, que en árabe significa “suerte”, también es Hussein, como Sadam, y Obama suena muy parecido a Osama. Digo yo que todo eso querra decir algo, como si fuera una señal, un signo de los tiempos.
Lo que no consigo conjugar bien es eso del capitalismo ético. Tengo para mí que son dos conceptos antagónicos e irreconciliables. Pretender coser un roto con una tijera… No sé yo si hacerle caso a mi amigo y echar a la papelera, aunque sea para el reciclaje, los materiales sobre las tremendas injusticias del Tercer Mundo.
No sabes lo que me gusta ver que la gente de Izquierda Unida sigue en pie y luchando.
Voy a muchas movilizaciones en defensa de los trabajadores y allí estais siempre.
Vuelve el rojo a las calles, y esta vez lo hace abrazando al verde.