El próximo sábado, 21 de marzo, se cumplirán 180 años de la mayor tragedia ocurrida en la historia de San Miguel de Salinas y de la comarca de la Vega Baja del Segura. Fue en la época de los tatarabuelos de mi generación. Gobernaba en España el rey Fernando VII. Aquel lejano 21 de marzo, también sábado, unos minutos después de las 6 de la tarde, un violento terremoto de grado X, causó la destrucción total de varios pueblos de la comarca, entre ellos San Miguel del Campo de Salinas.
Diez días después de los trágicos acontecimientos, El Diario de Valencia, en su suplemento del 31 de marzo de 1829 relataba: «este territorio del Campo de Salinas o de San Miguel del Campo, es el que más padeció la devastación sísmica. Viniéronse abajo todas las casas del Campo de Salinas, habiendo perecido casi todos los ganados de labranza».
El epicentro del brutal movimiento sísmico se localizó entre los núcleos urbanos de Benejúzar, Rojales y Torrevieja. Pero no fue un hecho aislado. Entre septiembre de 1828 y septiembre de 1830 se contabilizaron más de 200 terremotos de distinta magnitud.
El Obispo de Orihuela escribía en una misiva dirigida a Fernando VII: «El 21 del corriente, sábado al anochecer, sucedió el espantoso terremoto (…) Los [pueblos] de Almoradí, Benejúzar, Rafal, Formentera, Torrevieja y La Mata han sido totalmente asolados, sin que quede en ellos ni una sola casa habitable. Poco menos sucede en Rojales, Guardamar y sus huertas. En Orihuela se contarán 2.000 casas igualmente asoladas». Entre ellas, 133 pertenecientes a San Miguel del Campo que, privado de su ayuntamiento tras el trienio liberal, se contabilizaba entre las pérdidas de este municipio.
Los partes que los alcaldes enviaban a Orihuela son fiel testimonio de las terribles consecuencias del terremoto: «En el día de ayer, y seis horas de la misma, sufrieron estas poblaciones un terrible y espantoso dolor debido a un grande terremoto que no ha dejado casa en pie, y sí todo ruinas y escombro, habiendo fallecido entre ellas muchas personas de cuyo detalle no se puede dar pormenor…».
De los 399 fallecidos, la mitad pertenecían a Almoradí. El arquitecto encargado de los proyectos urbanísticos de reconstrucción, Larramendi, señaló en sus memorias que «en Almoradí perecieron mayor número de personas en razón de contar con calles estrechas y edificios de varios pisos». De ahí que en el trazado de las nuevas poblaciones realizara calles de mayor anchura.
También perecieron casi un centenar de personas en Rojales y algo menos de 50 en Benejúzar. Los heridos alcanzaron el número de 209; los de los pueblos costeros fueron trasladados a Alicante en barcas, y los del interior a Orihuela en carros. Allí, el obispo levantó un hospital provisional. En los pueblos afectados se levantaron barracas y chozas para dar cobijo a los supervivientes, barracas construidas «con los propios palos de sus casas y con cuatro esteras, el que las tenía». En los pueblos no destruidos totalmente, como Dolores, Redován y San Fulgencio, la gente abandonó sus casas para acampar en la huerta. Los temblores se sucedían seguidos y la situación se agravaba por la falta de alimentos y medicinas.
Aquel desastre tuvo amplia repercusión en la prensa de la época, creando un sentimiento de solidaridad nacional. El mismo rey Fernando VII promovió una ayuda a favor de los necesitados: «He mandado que de mi bolsillo secreto y el de la Reina, mi augusta esposa, se suministre inmediatamente 1.500.000 reales. Asimismo he venido en decretar que de los granos de rentas decimales pertenecientes a mi Corona, se apliquen con el mismo destino 20.000 fanegas de trigo». Sin embargo, las primeras ayudas tanto en metálico como en alimentos provinieron de las ciudades de Alicante y Orihuela. La recaudación ascendió a 8.460.854 de reales de vellón, además de algunas partidas de alimentos recogidas por los párrocos y justicias de cada localidad.
El periódico El Correo, con fecha 8 de abril de ese mismo año, se hacía eco de una extraña noticia: «Dicen que en San Miguel y en el centro de su arruinada iglesia se ha verificado estos días una explosión que arrojó a gran distancia los escombros de aquel edificio y empezó a dar y aún sigue dando un fluido pestilente y negro, el cual seca todas las plantas que toca, por los que poseen tierras en la dirección seguida por el fluido están abriendo una zanja para que corra por ella y les libre de perder sus sembrados y plantíos». ¿Qué era aquello?
El seísmo de 1829 dejó huella en la literatura. El escritor Estanislao de Kotska Vayo (1804-1864), tomando como escenario el trágico terremoto, escribió ese mismo año la novela Los terremotos de Orihuela o Henrique y Florentina: historia trágica. Al final, los protagonistas, dos jóvenes amantes, Enrique y Florentina, se reencuentran entre las ruinas: «El desventurado Henrique, ahogado de pena y desconsuelo, prodigaba mil caricias á Florentina. Ella entreabrió sus apagados ojos, miró por última vez á su amante, hizo esfuerzos para cruzar su brazo en derredor de sus hombros, quiso pronunciar su nombre, y á la primera sílaba expiró… Un sacudimiento espantoso levanta la tierra, y abriendo un abismo por aquella parte, se traga á los amantes: Y abrazados, y sus almas confundidas, desaparecen á un mismo tiempo… ¡Ya no existís, desafortunados jóvenes!…»
Mariano José de Larra (1809-1837) escribió un extenso poema de 559 versos titulado A los terremotos ocurridos en España en 1829.
Gime el anciano sobre el yerto anciano,
Llora el amigo al insepulto amigo.
Y el hijo pequeñuelo,
Tendiendo al pasagero débil mano,
Pídele amparo y paternal consuelo…
La Vega Baja del Segura es una de las zonas de más alto riesgo sísmico de España -después de Granada-, por eso a lo largo de la historia se han producido en nuestra comarca muchos terremotos. No vivamos pendiente de ello pero tampoco olvidemos que somos muy frágiles en comparación con las poderosas fuerzas de la Naturaleza.
Fuentes:
– San Miguel en su historia. El terremoto de 1829. Francisco M. Galant Valero y Luis Cartagena García. Libro de las Fiestas de San Miguel de Salinas, 1993.
http://www.alicantevivo.org/2008/04/los-terremotos-de-la-vega-baja.html?showComment=1221404100000
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/02472787547247618976613/catalogo2/200054_09.pdf
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