Unas horas después de los atentados del 11 de septiembre, el enemigo ya estaba identificado: terrorismo islamista, pero sobre todo tenía una cara con ojos, nariz, boca y barba perfectamente reconocible, y un nombre: Osama Bin Laden. La población, a lo largo y ancho del mundo, ya tenía a quien odiar.
Cuando los EE.UU preparaban la invasión de Irak, lo primero que hicieron fue ponerle cara con ojos, nariz y boca al enemigo a batir, y un nombre: Sadam Husseim. La ciudadanía (más…)