Una nueva amenaza se cierne sobre la maltratada y generosa Sierra de Escalona. Una nueva amenaza que, en esta ocasión, no viene de la santa voluntad de propietarios bien anclados en los tugurios del poder que, sabiéndose impunes, arrasan el territorio para convertir un trozo de paraíso en su jardín particular, para aumentar su abultado patrimonio con algunas hectáreas más de cítricos amargos o para hinchar sus ya abultadas carteras con la siembra de ladrillos y hormigón revestidos de lujo y corrupción.
Esta nueva amenaza -¡van ya tantas!- viene de más arriba, surcando el cielo, horadando la tierra. Una línea eléctrica de alta tensión, 200 KV, con torres metálicas de 20 a 30 metros de altura cruzará -si no lo impedimos- terrenos de la sierra propuestos por la propia Generalitat Valenciana como Parque Natural y Zona de Especial Protección para las Aves, y catalogado por el ayuntamiento de San Miguel como suelo de protección especial en el ya aprobado Plan General de Ordenación Urbana.
Un enorme despropósito que la empresa Red Eléctrica Española puede perpetrar sobre una zona de alto valor ecológico, faunístico y paisajístico si no conseguimos evitarlo. Porque la línea de alta tensión, prevista desde la proyectada subestación de Torremendo hasta la subestación de San Miguel, discurre en alguno de sus tramos por zonas muy sensibles para las aves rapaces, protegidas todas ellas, interfiriendo territorios de cría y campeo. Pero, además, esas enormes moles de metal, situadas en lo alto de montículos, tendrán un impacto paisajístico brutal mermando seriamente el valor añadido que como recurso económico y social representa un parque natural para las poblaciones que lo poseen.
El trazado propuesto, el peor de los posibles por más que se esfuercen en justificarlo los redactores del proyecto, no tiene en cuenta que tres documentos, uno municipal y dos autonómicos, reservan para esa zona un destino bien distinto: la protección. Por eso cabe esperar que durante el periodo de exposición pública de la documentación relativa a esta obra el ayuntamiento de San Miguel presente alegaciones rechazando un trazado que invade el territorio protegido en el Plan General, y que lleve a cabo cuantas acciones sean necesarias para conjurar la amenaza.
Cabe esperar que la propia Consellería de Territorio se oponga decididamente a que esa línea de alta tensión atraviese la zona ZEPA que ella misma ha delimitado y sometido a exposición pública, y que rechace sin contemplaciones una infraestructura que arremete contra el parque natural y su zona de protección delimitado en el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales del Parque Natural de Sierra Escalona, impulsado también por esta misma consellería.
Y, sobre todo, es necesario que los hombres y mujeres que miramos a la sierra con humildad, con ternura, con agradecimiento, con curiosidad o simplemente con simpatía, estemos alerta y presionemos para que no se consume la amenaza que ahora late muy cerca. Es preciso que todos aquellos que hemos pisado sus caminos y senderos, que hemos aspirado la fragancia de una primavera que florece entre matorrales y pinares, que nos hemos extasiado con el vuelo señorial de las águilas o nos hemos sorprendido con el aleteo pesado y elegante de los búhos mostremos nuestro total desacuerdo con este nuevo ultraje que se avecina.
Y bueno es recordar que el problema al que nos enfrentamos es una especie de efecto mariposa: la amplificación de errores cometidos en un sistema caótico como ha sido el modelo de crecimiento urbanístico incontrolado. Porque quienes debían solo calcularon los dividendos pero no hicieron previsiones sobre las consecuencias derivadas de ese incremento brutal, entre ellas las nuevas necesidades energéticas; y no se reservaron los espacios adecuados para las infraestructuras que permitieran mantener una decente calidad del servicio eléctrico. Ahora las dificultades son mayores y tienden a lo fácil, a ver si cuela. Pues va a ser que no. Por Escalona, ni hablar. La Sierra no se toca.
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